Claudia Durán es la directora de la organización Endeavor Miami, que apoya en sus primeras etapas a decenas de empresas emergentes en esa ciudad, a través del conocimiento y la creación de redes de negocios.

Que la del emprendedor es una vida muy solitaria, sostiene la salvadoreña Claudia Durán. Quien se atreve a convertirse en uno, da un salto al vacío a la espera de que su idea y su trabajo sean lo suficientemente buenos como para alzar el vuelo y conquistar los cielos. No hay compañeros de trabajo o un cheque constante que espere a final del mes.
Por eso, dice, contar con una mano amiga, con un apoyo constante en ese periodo en el que las alas se entrenan, es una de las claves para que aquello que solo está en la cabeza de un soñador se convierta en un negocio exitoso. Ese es, justamente, su trabajo de todos los días en Florida, Estados Unidos.
Claudia Durán es, desde 2019, la directora de Endeavor Miami, una organización no gubernamental que, actualmente, apoya en sus primeras etapas a 53 empresas emergentes de todas las gamas:las que facturan $50,000 por año conviven con las que ya llegan a los $30 millones. Solo en 2022, estas compañías generaron $800 millones en conjunto.
El principal rubro que apoya Endeavor Miami es, cómo no, la tecnología, pero su portafolio cuenta con otro tipo de emprendimientos, como aquellos que se dedican a la comercialización de alimentos.
Según Durán, por el momento, el perfil de los emprendedores apoyados condice con la demografía de la ciudad, es decir que ese variopinto mosaico de empresarios se conforma sobre todo por argentinos, brasileños, colombianos, venezolanos y otros gentilicios del sur del continente, no tanto por centroamericanos. Entre los apoyados también hay estadounidenses. El único requisito es que uno de los involucrados en el negocio tenga residencia permanente en La Florida.
“No nos importa de donde es el emprendedor. Nos importa que tenga una buena idea y la capacidad para hacerla realidad”, dice Durán.

Claudia Durán tiene una carrera que abarca varios países. En El Salvador, fue representante de SABMiller y luego pasó a Avianca, donde formó parte del equipo de estrategia que lanzó Volaris en México. Luego recaló en la oficina neoyorquina del Deutsche Bank.
Una experiencia corporativa sólida que luego pondría al servicio de empresarios emergentes en su primera experiencia liderando una organización de apoyo a emprendedores: Ashoka, en Brasil. En esa ocasión, se trataba de iniciativas con un enfoque social. Pasó 7 años en el país sudamericano.
Según Durán, el cambio de pasar de una lujosa oficina en Nueva York para apoyar nuevos negocios en Latinoamérica fue natural: en su ADN siempre estuvo la aspiración de poner su conocimiento para que otros lograran sus sueños. Y fue casual: luego de algunos años en el Norte del continente, quiso probar suerte en el Sur. Pero, ya estando en Brasil, su permiso de trabajo tardó demasiado en llegar. Mientras lo hacía, buscó voluntariados para mantenerse ocupada. Mientras donaba su tiempo en Ashoka, al fin recibió el documento: lo que ya había hecho la enamoró y no se fue.
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